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Mea culpa |
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Soy bastante insufrible, lo confieso. |
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Me importan pocas cosas y a menos me dedico. |
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Que jueguen con mi tiempo me molesta. O que |
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alguien se aburra y destape a mi lado los |
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rayos y los truenos de su desasosiego. |
Odio que me convoquen a reuniones, que me lean |
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la cartilla. O que esperen de mí -no sé- |
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la luna. |
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Vivir conmigo puede ser difícil. Ya lo aviso. |
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Tampoco yo me aguanto muchos días... |
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En el trato a que jornal obliga suelo ser cumplido- |
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ra, aunque padezco mal a las orugas. En |
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la amistad, a veces me impaciento, pido o |
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doy sin mesura. |
En el amor, prefiero reservármelo por las reglas |
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del juego contra la transparencia. |
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Defiendo a las mujeres aunque a algunas no |
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puedo soportarlas. Con los hombres me |
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entiendo de una manera práctica. |
Conservo mis manías no tanto por carácter como |
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por costumbre, quizás supervivencia. |
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Me gusta la rutina, madrugar, escribir en mi casa, |
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sin poses de poeta en las cafeterías. |
Odio los sobresaltos, aunque hay días en que |
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añoro tres gotas de locura en la solapa. |
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Como hace tiempo suscribiera un pacto de no |
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agresión con la neurosis puedo decir que |
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apenas si he sufrido daños colaterales en |
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alguna estación propensa al extravío. |
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Para las paranoias uso métodos drásticos, todavía |
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en proceso de experimentación. |
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Mi verdad se reparte: |
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corazón y coraza, |
una pizca sutil de pimienta y cinismo. Y poco más: |
la carne, la piel, el sistema nervioso... Un algo de |
esperanza, otro poco de olvido |
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